04/09/2023

Constelaciones familiares

La importancia de tomar el amor de los padres

La Vida nos viene de los Padres

Por
Carolina Sartori

LA VIDA NOS VIENE DE LOS PADRES.

Somos el resultado de la fusión de un espermatozoide y de un óvulo. Somos una mezcla única de los cromosomas de la madre con los cromosomas del padre. Mientras aceptamos incondicionalmente esta realidad, la vida puede fluir en toda su plenitud, desde los orígenes hasta hoy, fluyendo sin freno posible hacia el futuro.

Todo nos es regalado al tomar a la madre y al padre. Al amar incondicionalmente a nuestra madre, nos vinculamos con todo nuestro pasado, con el origen de la vida, con la abundancia de vida, que se traduce en nuestra existencia por el éxito en todas sus formas: salud, dinero y amor.

La madre es un puente entre el pasado y el presente, y con el parto nos enseña el morir para renacer. De ella recibimos ser transmisores de los valores pasados. Al amar a nuestro padre, nos abrimos al futuro, al mundo, a la realización profesional. De él recibimos la fuerza de superación, de supervivencia y de entrega a un proyecto.

Nuestra madre ha tenido un padre y una madre, nuestro padre ha tenido una madre y un padre, por lo que en sus vidas cada uno ha sido una simbiosis de sus propios padres, portador, por tanto, de ambas energías, masculina y femenina.


Al fundirse nuestros padres en el momento de nuestra concepción, ya sea por vía natural como por concepción asistida, se produce una doble simbiosis: simbiosis del óvulo con el espermatozoide y simbiosis de las dos ramas, del sistema familiar del óvulo con el sistema familiar del espermatozoide. Esto significa que, al tomar a mi madre, abrazo a toda mi rama materna, hombres y mujeres. Cuando tomo a mi padre, tomo simultáneamente a los hombres y mujeres de toda la rama paterna.

Madre, padre y vida son sinónimos; aceptar la vida es aceptar a nuestros padres como son y fueron. Rechazar algún aspecto de la vida es rechazar a uno de los progenitores o quizás a ambos. Y viceversa, aceptar a nuestros progenitores es tomar la vida como es.

Aceptar la vida es hacer frente a sus retos, es enfrentar los conflictos, es resolverlos por mucho que nos cueste. Bloquearnos frente a un conflicto es rechazar la vida como es, es rechazar al padre, a la madre o a ambos, es privarnos de la fuente de la abundancia y de la fuerza.

La enfermedad es la consecuencia de una exclusión. El gran excluído señalado en primer lugar por la enfermedad es la madre o el padre, según el tipo de dolencia que nos afecte.

En efecto, la salud física nos viene a través de la madre; la salud mental nos viene a través del padre. Las enfermedades físicas graves se desarrollan en personas que sufrieron exclusión o ausencia de madre en un mínimo de tres generaciones. Las enfermedades mentales se desarrollan en personas que no tienen acceso al padre desde un mínimo de tres generaciones.


El movimiento básico de las enfermedades es un movimiento interrumpido con la madre o con el padre. Movimiento interrumpido que existe debido a una intrincación con un antepasado que sufrió una separación trágica de uno de sus padres, o porque el mismo enfermo vivió un alejamiento dramático con uno de sus progenitores. El conflicto desencadenante de la enfermedad no es más que la consecuencia de este movimiento interrumpido que se caracteriza tanto por la imposibilidad de acercarse al progenitor, como por el rechazo al mismo, al no poder asumir el dolor provocado por la distancia.

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